Estoy escribiendo desde la ventana de mi hotel en Pula, Istria-Croacia.
Y no sé cómo describir la sensación que me embarga en este momento. Las pequeñas barcas entran en el puerto para traer la pesca de la tarde. Los pescadores llegan con parsimonia mientras el sol baña de dorados los pinares que se ven a lo lejos.
Admito que me he enamorado de esta península adriática, y que posiblemente se convierta en uno de mis lugares favoritos.
Ya he estado en Croacia, en la continental, de Zagrev a Varazdin, pasando por viñedos y festivales. Pero estar mirando al mar mientras cientos de pinos salpican mi visión es algo que me ha cautivado.
Sólo he pasado unos días disfrutando de la temporada de la trufa. He estado comiendo ese preciado y escaso bien blanco que engalana la mesa de los sibaritas, o como yo, de aquellos simples mortales que desean saborear un buen plato de sencilla pasta hecha en casa o un revuelto salteado. Platos sin más pretensiones que hacer que el paladar disfrute, llenándolo de vinos malvasía.
Pero más allá de esto, las playas de cantos blancos contrastan con el esmeralda del agua que me hacen pensar en una vida diferente. En una, quizás mejor, donde los antiguos romanos disfrutaban de ellas sin más problemas que mirar la inmensidad del mar Adriático y los frondosos pinares salpicados por sus villas.
Por ello, yo voy a apagar el ordenador y voy a dejar que mis ojos se pierdan con la dorada luz del sol y los pinares que rodean las pequeñas bahías.
martes, 19 de octubre de 2010
jueves, 14 de octubre de 2010
Belgrado moderno
Acabo de llegar de Serbia y no es fácil hablar de las sensaciones que me ha producido un país tan lleno de posibilidades, pero con un montón de cosas por hacer.
Belgrado es una ciudad relativamente moderna, que aunque con una gran historia tras de si, y no poca, se ha centrado en venderse como una capital moderna y suficientemente interesante para poder disfrutar del arte y locales de moda.
La gente joven camina corriendo de un lugar para el otro, como exibiendo que no ocurre nada, centrando su vida en entrar en los cafés para tomar algo. Pero hay que tener en cuenta que el sueldo medio de un singidunense no sobrepasa los 600 euros y en la mayoría de las veces llega a los 300, pero en el momento que sus pies pisan las vías de esta viva ciudad se transforman en personas que no tienen miedo al mañana y viven el presente de manera más intensa que cualquier otro país. Lo llevan en la sangre, pues por muchos años, no sabían que podía ocurrir al día siguiente y el hoy era lo principal.
Los locales son incontables, el trato a la gente impecable y sobre todo, para nosotros españolitos medio, barato. Para que os hagáis una idea, una cerveza (dependiendo del local) no sobrepasa los 200 dinares serbios. Hablamos de algo menos de 2 euros. O un Chivas Regal, 350 dinares. Por no hablar de la comida, que es muy barata y de muy buena calidad.
Belgrado es una ciudad fácil. No hay que olvidar que es “plana”, lo que quiere decir sencilla de caminar y segura, muy segura. Para ellos, el robar es muy feo, humillante y una mancha innecesaria en su currículo, haciendo al visitante muy apetecible pasear a cualquier hora del día o la noche.
Por eso, salir de fiesta por allí es indispensable y seguro. Además, en las dos orillas del bello rio Danubio, muchos embarcaderos y casas donde se guardaban los aperos de trabajo se han transformado en locales de moda, restaurantes visitables y diversión asegurada a cada minuto. Por su vida de fiestas, festivales culturales y lugares para vivirlos a tope.
Belgrado es una ciudad para disfrutar.
http://visitabelgrado.es
viernes, 5 de marzo de 2010
La Maleta Roja hace de las suyas
Vale, hace demasiado tiempo que no cuento nada de la maleta. Pero es que últimamente se estaba portando la mar de bien...
El útimo viaje que realicé, fue por invitación del Gobierno de Cantábria. Sí, mi "amigo" Revilla me invitaba de nuevo a conocer, esta vez, el Camino del Norte.
Ya que éste año es Xacobeo, que mejor que ir a visitar algunas de estas ciudades encantadoras, y encantadas, que están al norte de nuestra península. San Vicente de la Barquera, Comillas, Santander, Santoña...todas ellas llenas de rincones que saben compartir entre ellas el mar, la montaña, los valles y las aldeas perdidas entre la horrorosa actualidad.
Si bien el tiempo no me acompaño del modo que me hubiera gustado, con sol, si que lo hizo con granizo, viento, lluvia y nieve. Admito que ver Cantabria nevada es una experiencia maravillosa...
Bueno, pero a lo que voy, durante ese viaje tenía pendiente realizar un artículo y tenía las fotografías guardadas por algún lugar de mi despacho. Sé que las guardé, que las dejé en lugar seguro y confiada, pasé ese viaje sin preocuparme mucho más.
El problema surgió en el momento en el que finalizado el artículo, me dispuse a buscar el CD con las susodichas instantáneas.
AH! Sorpresa la mía. Buscara como buscara, no estaban. Desaparecieron, se las comió la tierra, "el frente de liberación para CDs con fotos" habían venido a rescatarlo. En realidad no lo sé, porque moví cielo y tierra para encontar aquel preciado tesoro.
Desgraciadamente el tiempo apremiaba. Tuve que solucionar el "problema" inmediatamente gracias a las nuevas tecnologías y los ftps.
Si bien la historia anteriormente contada, puede haber ocurrido a cualquiera de los que leeis esto. Ahora comienza lo hilarante, después de 3 días con todo solucionado...me dispongo a buscar un jersey, quehaceres domésticos, que no aparece por ningún lado y decido ir a preguntarle a la Maleta Roja.
Me mira con una ceja levantada, como si no supiera de que va el tema y sin mediar palabra me lanza un CD...sí, el CD perdido.
Terminé sentada en el suelo mirando al CD y a la Maleta con cara de imbécil.
Mi siguiente destino: Seychelles.
El útimo viaje que realicé, fue por invitación del Gobierno de Cantábria. Sí, mi "amigo" Revilla me invitaba de nuevo a conocer, esta vez, el Camino del Norte.
Ya que éste año es Xacobeo, que mejor que ir a visitar algunas de estas ciudades encantadoras, y encantadas, que están al norte de nuestra península. San Vicente de la Barquera, Comillas, Santander, Santoña...todas ellas llenas de rincones que saben compartir entre ellas el mar, la montaña, los valles y las aldeas perdidas entre la horrorosa actualidad.
Si bien el tiempo no me acompaño del modo que me hubiera gustado, con sol, si que lo hizo con granizo, viento, lluvia y nieve. Admito que ver Cantabria nevada es una experiencia maravillosa...
Bueno, pero a lo que voy, durante ese viaje tenía pendiente realizar un artículo y tenía las fotografías guardadas por algún lugar de mi despacho. Sé que las guardé, que las dejé en lugar seguro y confiada, pasé ese viaje sin preocuparme mucho más.
El problema surgió en el momento en el que finalizado el artículo, me dispuse a buscar el CD con las susodichas instantáneas.
AH! Sorpresa la mía. Buscara como buscara, no estaban. Desaparecieron, se las comió la tierra, "el frente de liberación para CDs con fotos" habían venido a rescatarlo. En realidad no lo sé, porque moví cielo y tierra para encontar aquel preciado tesoro.
Desgraciadamente el tiempo apremiaba. Tuve que solucionar el "problema" inmediatamente gracias a las nuevas tecnologías y los ftps.
Si bien la historia anteriormente contada, puede haber ocurrido a cualquiera de los que leeis esto. Ahora comienza lo hilarante, después de 3 días con todo solucionado...me dispongo a buscar un jersey, quehaceres domésticos, que no aparece por ningún lado y decido ir a preguntarle a la Maleta Roja.
Me mira con una ceja levantada, como si no supiera de que va el tema y sin mediar palabra me lanza un CD...sí, el CD perdido.
Terminé sentada en el suelo mirando al CD y a la Maleta con cara de imbécil.
Mi siguiente destino: Seychelles.
lunes, 25 de enero de 2010
Primera mirada a FITUR 2010
Ya, y después de la vorágine de FITUR, puedo dar una primera valoración sobre una de las ferias de turismo más importantes del planeta.
Desgraciadamente, tengo la sensación de que este año en el ambiente flotaba una negatividad, que aunque no palpable, a los visitanes les hacía sentirse extraños.
Desde el primer día, la entrada a IFEMA fue bastante más rápida que en otros años. No había aglomeraciones y todo iba con mucha más tranquilidad.
Los medios de comunicación, morbosos ellos, se afanaban en tomar planos del vacio stand de Haiti. Que a un a pesar de no estar presentes, por razones más que conocidas, su lugar de trabajo se encontraba escondido en una de las esquinas de su pabellón.
Los pasillos andaban extrañamente desangelados, los stands bastante más vacios de lo normal. Los medios de comunicación ya hablan de un FITUR a la baja, con un total de visitantes de 136.000 profesionales y 80.000 de público en general, aunque las razones habrá que analizarlas en profundidad.
¿Quizás el cambio de fechas ha trastocado muchas agendas?
¿Sseparar continentes en dos pabellones y cerrarar otros dos afectó?
¿Tal vez la crisis se sintió más de lo que se esperaba?
¿O el hecho de tener a más despedidos en el mundo del profesional hizo que todo se viera más vacio? Esta última pregunta tendría sentido, si el fin de semana la afluencia de público hubiera cambiado la tendencia a la baja. Por desgracia, la ineficiencia de algunos/as encargados de stand, por desconocimiento del país que representaba, o encontrarse otros vacios, como el de México, no ayudó a que esa sensación de desasosiego mejorara con la asistencia del público.
Desde el punto de vista periodístico, hemos, personalmente, notado que algunos países han intentado poner todo el esfuerzo en contentar a los visitantes profesionales, los pocos que aun conservan su puesto de trabajo en algún medio y no mucho más.
Aparte, no soy la única que piensa de esta manera, pues hablando con directores de oficinas de turismo se quejaban de malas ubicaciones, de las raras "vibraciones" (por llamarlo de alguna manera) que se respiraban en el ambiente y hasta stands que el viernes por la tarde cerrabaron a las seis de la tarde.
Otro año más que tendremos que esperar un poco para comenzar a valorar lo que depararán las reuniones, los encuentros y "mataré" por tener todos los datos oficiales de IFEMA para poder hablar con más propiedad.
Saludos viajeros.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Polonia en navidad.
Había pasado ya mucho tiempo, y cierto es que aunque la tenía castigada…sus ojitos rojos me miraron de una manera que…Finalmente nos sentamos a hablar, hicimos nuestros planes y poniendo sus ruedas a punto, mi maleta puso las cosas claras: “Me quiero ir a Polonia”.
Lógicamente yo le pregunté a qué venía tanto empeño, que allí hacía frío y que seguro quería volver a perderse. Lo pensé un rato y finalmente tomé un avión de la compañía LOT a las intempestivas 6 de la mañana. A ella la perdí de vista a las 5, prefirió, como siempre, viajar a su antojo. Yo sé lo que quería, sé cómo quería encontrarlo. Había decidido buscar a su propio Darek. Ahora comenzaba a tomar sentido su cabezonería de ir a Polonia. Ella puso el país, y yo dejé que me llevarán al destino. Así que, de cabeza a Kracow.
Manual para no meter la pata en un viaje: Aprenderse todo lo que se pueda sobre el país, costumbres, comidas, trajes típicos…Nunca hacer preguntas que puedan surgir a boleo. Por ejemplo; alguien pregunta sobre la pronunciación exacta de una palabra en polaco y tú, intentando parecer interesada en todo, preguntas qué significa. Todos se giran y te dicen: “es la moneda nacional”. Ahí, en ese justo instante, quedas como un zigurat espachurrado en el suelo del desierto y te preguntas porqué no indagaste un poco más en Internet.
Después de horas de separación, mi maleta, increíblemente, decide viajar conmigo. Por lo tanto, aparece puntual por la cinta del aeropuerto. Ahora, camino de la ciudad de Kracow.
Un aire extrañamente místico envuelve esta metrópoli, la niebla que lo rodea reviste de una imperialidad que sorprende. El frío es sólo una anécdota en un país en el que el calor de sus habitantes, se extiende por todas partes. La primera cena que tomamos mi maleta y yo, fue de las inolvidables; comida a raudales y los dueños del local ofreciéndonos sus “mejores caldos”. ¡La leche el Wódka!
Casas de madera en Zakopane, iglesias del mismo material, curiosos cementerios y paseos a caballo a extrañas horas de la noche. Eso sí, de nuevo regado con vino caliente - excelente invento-, té y viandas. A veces, las cosas más surrealistas se convierten en anécdotas de aquellas con las que ríes y al fuego, calentando chorizos, te hacen sonreir.
Los días no nos acompañaron como quisimos, aunque repito, mi maleta me dijo varias veces que aunque no hiciera sol, o la nieve no poblara sus calles, el ambiente estaba muy propicio para “cualquier cosa”. Tanto es así que, un mágico paseo por las nocturnas calles de Cracovia, en castellano, te transportaba a otros tiempos, otras épocas en las que el silencio que te seguía por las calles se había cambiado por el bullicio de la navidad, las luces, los colores y el olor de la comida en la calle.
Quizás ella, la maleta roja, me tenía reservada alguna que otra sorpresa. Y posiblemente, aunque el lugar no era el adecuado, visitando los campos de concentración de Auschwitz I y II, el sol nos dio un día de beneplácito. Tal vez para que la oscuridad que rodea aquellos lugares, fueran algo menos lúgubres. No lo sé, pero si mi ella hubiera venido aquel día conmigo, sé que aun estaría mirandome de mala manera. La maleta roja, andaba dando vueltas por Cracovia, seguía con su particular búsqueda…
A lo que no llegaba a acostumbrarme, era a terminar de comer cuando el sol se estaba poniendo…daban ganas de ponerse a cenar ya.
La tarde fue mejorando, porque dados los contactos que mi maleta roja fue haciendo por allá, acabé en un concierto de piano de un japonés que durante una hora movió sus dedos de manera increíble, mientras preludios de Chopin, que por cierto era Polaco y el año que viene se celebra aniversario, pasaban de un lado a otro de mi mente. Lo que no esperaba era lo que me sucedería momentos más tarde...
Un hotel, un restaurante, invierno en el barrio judío de la ciudad…unos ojos. Entre las sombras del local, con la música en directo de viejas melodías judías, mi mirada se perdió. La maleta, y las artes de “mamá Juana”, hicieron todo lo posible para que volviéramos a verlo…pero sólo diré que Darek ha encontrado digno sucesor y que algún día lo veréis en el Hola. Bueno, no tanto…aunque que tiemblen los polacos cuando vayamos una cuadrilla de españolas en busca y captura :-D.
Pero como ya es habitual en mi maleta, el regreso se lo pasó dando vueltas por los aeropuertos europeos que aun no conocía. Así que decidió ir de Cracovia a Varsovia, de allí a Munich y luego a Barcelona. Eso sí, esta vez se portó medio bien y como poco, salió la primera en la cinta.
Yo, seguiré soñando con Polonia, con los ojos verdes…
Lógicamente yo le pregunté a qué venía tanto empeño, que allí hacía frío y que seguro quería volver a perderse. Lo pensé un rato y finalmente tomé un avión de la compañía LOT a las intempestivas 6 de la mañana. A ella la perdí de vista a las 5, prefirió, como siempre, viajar a su antojo. Yo sé lo que quería, sé cómo quería encontrarlo. Había decidido buscar a su propio Darek. Ahora comenzaba a tomar sentido su cabezonería de ir a Polonia. Ella puso el país, y yo dejé que me llevarán al destino. Así que, de cabeza a Kracow.
Manual para no meter la pata en un viaje: Aprenderse todo lo que se pueda sobre el país, costumbres, comidas, trajes típicos…Nunca hacer preguntas que puedan surgir a boleo. Por ejemplo; alguien pregunta sobre la pronunciación exacta de una palabra en polaco y tú, intentando parecer interesada en todo, preguntas qué significa. Todos se giran y te dicen: “es la moneda nacional”. Ahí, en ese justo instante, quedas como un zigurat espachurrado en el suelo del desierto y te preguntas porqué no indagaste un poco más en Internet.
Después de horas de separación, mi maleta, increíblemente, decide viajar conmigo. Por lo tanto, aparece puntual por la cinta del aeropuerto. Ahora, camino de la ciudad de Kracow.
Un aire extrañamente místico envuelve esta metrópoli, la niebla que lo rodea reviste de una imperialidad que sorprende. El frío es sólo una anécdota en un país en el que el calor de sus habitantes, se extiende por todas partes. La primera cena que tomamos mi maleta y yo, fue de las inolvidables; comida a raudales y los dueños del local ofreciéndonos sus “mejores caldos”. ¡La leche el Wódka!
Casas de madera en Zakopane, iglesias del mismo material, curiosos cementerios y paseos a caballo a extrañas horas de la noche. Eso sí, de nuevo regado con vino caliente - excelente invento-, té y viandas. A veces, las cosas más surrealistas se convierten en anécdotas de aquellas con las que ríes y al fuego, calentando chorizos, te hacen sonreir.
Los días no nos acompañaron como quisimos, aunque repito, mi maleta me dijo varias veces que aunque no hiciera sol, o la nieve no poblara sus calles, el ambiente estaba muy propicio para “cualquier cosa”. Tanto es así que, un mágico paseo por las nocturnas calles de Cracovia, en castellano, te transportaba a otros tiempos, otras épocas en las que el silencio que te seguía por las calles se había cambiado por el bullicio de la navidad, las luces, los colores y el olor de la comida en la calle.
Quizás ella, la maleta roja, me tenía reservada alguna que otra sorpresa. Y posiblemente, aunque el lugar no era el adecuado, visitando los campos de concentración de Auschwitz I y II, el sol nos dio un día de beneplácito. Tal vez para que la oscuridad que rodea aquellos lugares, fueran algo menos lúgubres. No lo sé, pero si mi ella hubiera venido aquel día conmigo, sé que aun estaría mirandome de mala manera. La maleta roja, andaba dando vueltas por Cracovia, seguía con su particular búsqueda…
A lo que no llegaba a acostumbrarme, era a terminar de comer cuando el sol se estaba poniendo…daban ganas de ponerse a cenar ya.
La tarde fue mejorando, porque dados los contactos que mi maleta roja fue haciendo por allá, acabé en un concierto de piano de un japonés que durante una hora movió sus dedos de manera increíble, mientras preludios de Chopin, que por cierto era Polaco y el año que viene se celebra aniversario, pasaban de un lado a otro de mi mente. Lo que no esperaba era lo que me sucedería momentos más tarde...
Un hotel, un restaurante, invierno en el barrio judío de la ciudad…unos ojos. Entre las sombras del local, con la música en directo de viejas melodías judías, mi mirada se perdió. La maleta, y las artes de “mamá Juana”, hicieron todo lo posible para que volviéramos a verlo…pero sólo diré que Darek ha encontrado digno sucesor y que algún día lo veréis en el Hola. Bueno, no tanto…aunque que tiemblen los polacos cuando vayamos una cuadrilla de españolas en busca y captura :-D.
Pero como ya es habitual en mi maleta, el regreso se lo pasó dando vueltas por los aeropuertos europeos que aun no conocía. Así que decidió ir de Cracovia a Varsovia, de allí a Munich y luego a Barcelona. Eso sí, esta vez se portó medio bien y como poco, salió la primera en la cinta.
Yo, seguiré soñando con Polonia, con los ojos verdes…
lunes, 2 de noviembre de 2009
Mi Buenos Aires...
....querido...
No mentiré si digo que durante años hube escuchado sobre lo bello que era Buenos Aires. De lo parecido que era a Madrid. Y si bien soy una enamorada de México, de sus tierras, sus gentes y su comida, he quedado enamorada de esos bellos paisajes. Hace ya meses que andé por allá pero porqué no contaros...
Si bien casi perdemos el avión por culpa de que en la SALA VIP de IBERIA no nombraron el vuelo, finalmente, cerradas las puertas de embarque, conseguimos llegar al avión para pasar 12 horas encerrados en un "pájaro" volante. Que si bien no comprendo su funcionamiento, por más que intentan explicarme, sigo sin poder creer que “volamos”.
Después de un viaje que comenzó algo atropelladamente, conseguimos hacernos amigos de comandante y "colarme" en la cabina de la tripulación en el momento que el "pájaro" aterrizó en el aeropuerto de la capital.
Javier, segundo de abordo, me ayudó en todas las dudas que aparecieron durante el aterrizaje, que fueron un millón. Disfruté de mil anécdotas divertidas y cosas que no te esperas, pero mereció la pena.
Ya en tierra, me dicen que han dejado mi maleta en Madrid, y yo cabreada me "cago en Evita Perón y toda su familia". Más tarde acaban finalizando que ya está de camino, porque se quedó en Madrid, y que a las 9 llegaría a la capital. Yo, me lo creo.
Salgo de allí, y nos espera una persona que nos llevaría a nuestro hotel Mansión Vitraux, un hermoso lugar en el bello enclave de San Telmo. Barrio fundacional de la ciudad. Allí, y tarde, nos espera Diego para ofrecernos un par de vinos, y hablarnos de ellos delante de una hermosa bandeja llena de picadas típicas de la zona.
A la mañana siguiente, recorremos San Telmo, vamos en metro y acabamos comiendo en OVIEDO, un restaurante de los que dan placer en todos los sentidos.
Por la tarde, yo regresé feliz esperando que mi maleta estuviera en el hotel.... Efectivamente había una, pero no era la mía. La confundieron y extrañamente tuvimos que mover Roma con Santiago. Pero mi "adorado" recepcionista Matías hizo todo lo posible, y a mitad de la tarde, antes de ir a ver ROJO TANGO, pude ponerme de "señorita" para disfrutar de ese fantástico espectáculo que se ofrecía en el barrio de Puerto Madero, en el Faena Hotel.
A la mañana siguiente, nuestro destino, el vino.
Sí, vamos, a beber vino. La bella región de Mendoza nos esperaba tras un vuelo lleno de alfajores...hummmmm. Eso no es sano.
Club Tapiz nos acogió con las manos abiertas, para ofrecernos una pequeña escapada entre viñedos y tranquilidad absoluta donde Julieta y Caroline, a la veríamos al día siguiente, nos trataron como parte de la familia.
Y fue en las bodegas que visitamos por la mañana donde Caroline, en Tapiz, enseñó todo lo que podríamos saber sobre vinos. En Norton, propiedad del tipo de los Swarovski, el cariño con el que nos trataron se nos quedó marcado. Al otro día conocimos las bodegas del dueño de Pepsi, Andeluna, donde la preciosa Julieta nos recibió con una comida de seis platos sólo para nosotros, ya que el restaurante estaba cerrado. Más no se puede pedir.
Bueno, sí, se puede pedir pasar una noche en el Park Hiatt Mendoza y comer con la simpática de Macarena, su directora de Marketing después de regalarnos un masaje tailandés.....Ah, se me olvidaba, la noche anterior cenamos por nuestra cuenta en Facundo en Mendoza, super recomendable.
De nuevo en Buenos Aires, en el Park Hiatt Buenos Aires, en el "fabuloso" barrio de Recoleta. Y después de dejar todo en la habitación, fabulosa por cierto, me marcho a la experiencia más fantástica de mi vida. Una cena en casa de una pareja joven, que ha montado en ella un club privado de cenas degustación de vinos y catas, Casa Coupage...IMPRESIONANTE. Santiago, el dueño, es de los que puedes pasar horas escuchando como habla, como deja que tu juegues con los olores, sabores texturas, gustos. No impone, ayuda, enseña, sorprende.
Con ese sabor de boca, la última jornada en Argentina nos marchamos a ver las impresionantes tumbas masónicas de los próceres de la patria y algo más.
Nos da tiempo para cambiar la cultura, por el consumismo. Y aunque vamos a tiendas italianas y francesas. Llama la atención ver a niños de no más de 6 ó 7 años abriendo taxis o puertas de centros comerciales para que les dan un par de pesos.
Admito que me llegó al corazón una niña que no me pidió dinero, sino algo para comer. Le preguntamos si ella conocía ningún lugar de emparedados, ella dijo que sí quería nos llevaba a uno. Yo, por miedo, le dije que si le gustaban los sándwich de Starbucks, ella sonrió y dijo que sí. Luego añadió que si podía ser una "cajita feliz". Al principio no la entendí, hasta que comprendí que quería lo que nosotros llamamos Happy Meal. Subí a encargarlo...¿porqué no hacer feliz a una nena por 3 euros?. La acción del día, mientras nosotros, consumistas empedernidos, llevábamos bolsas de Armani....
De regreso, en el avión, el sobrecargo nos reconoció y fue un agradable vuelo de regreso después de una semana de belleza. Me dormí soñando con la imagen de la cordillera andina mirándome imponente…
No mentiré si digo que durante años hube escuchado sobre lo bello que era Buenos Aires. De lo parecido que era a Madrid. Y si bien soy una enamorada de México, de sus tierras, sus gentes y su comida, he quedado enamorada de esos bellos paisajes. Hace ya meses que andé por allá pero porqué no contaros...
Si bien casi perdemos el avión por culpa de que en la SALA VIP de IBERIA no nombraron el vuelo, finalmente, cerradas las puertas de embarque, conseguimos llegar al avión para pasar 12 horas encerrados en un "pájaro" volante. Que si bien no comprendo su funcionamiento, por más que intentan explicarme, sigo sin poder creer que “volamos”.
Después de un viaje que comenzó algo atropelladamente, conseguimos hacernos amigos de comandante y "colarme" en la cabina de la tripulación en el momento que el "pájaro" aterrizó en el aeropuerto de la capital.
Javier, segundo de abordo, me ayudó en todas las dudas que aparecieron durante el aterrizaje, que fueron un millón. Disfruté de mil anécdotas divertidas y cosas que no te esperas, pero mereció la pena.
Ya en tierra, me dicen que han dejado mi maleta en Madrid, y yo cabreada me "cago en Evita Perón y toda su familia". Más tarde acaban finalizando que ya está de camino, porque se quedó en Madrid, y que a las 9 llegaría a la capital. Yo, me lo creo.
Salgo de allí, y nos espera una persona que nos llevaría a nuestro hotel Mansión Vitraux, un hermoso lugar en el bello enclave de San Telmo. Barrio fundacional de la ciudad. Allí, y tarde, nos espera Diego para ofrecernos un par de vinos, y hablarnos de ellos delante de una hermosa bandeja llena de picadas típicas de la zona.
A la mañana siguiente, recorremos San Telmo, vamos en metro y acabamos comiendo en OVIEDO, un restaurante de los que dan placer en todos los sentidos.
Por la tarde, yo regresé feliz esperando que mi maleta estuviera en el hotel.... Efectivamente había una, pero no era la mía. La confundieron y extrañamente tuvimos que mover Roma con Santiago. Pero mi "adorado" recepcionista Matías hizo todo lo posible, y a mitad de la tarde, antes de ir a ver ROJO TANGO, pude ponerme de "señorita" para disfrutar de ese fantástico espectáculo que se ofrecía en el barrio de Puerto Madero, en el Faena Hotel.
A la mañana siguiente, nuestro destino, el vino.
Sí, vamos, a beber vino. La bella región de Mendoza nos esperaba tras un vuelo lleno de alfajores...hummmmm. Eso no es sano.
Club Tapiz nos acogió con las manos abiertas, para ofrecernos una pequeña escapada entre viñedos y tranquilidad absoluta donde Julieta y Caroline, a la veríamos al día siguiente, nos trataron como parte de la familia.
Y fue en las bodegas que visitamos por la mañana donde Caroline, en Tapiz, enseñó todo lo que podríamos saber sobre vinos. En Norton, propiedad del tipo de los Swarovski, el cariño con el que nos trataron se nos quedó marcado. Al otro día conocimos las bodegas del dueño de Pepsi, Andeluna, donde la preciosa Julieta nos recibió con una comida de seis platos sólo para nosotros, ya que el restaurante estaba cerrado. Más no se puede pedir.
Bueno, sí, se puede pedir pasar una noche en el Park Hiatt Mendoza y comer con la simpática de Macarena, su directora de Marketing después de regalarnos un masaje tailandés.....Ah, se me olvidaba, la noche anterior cenamos por nuestra cuenta en Facundo en Mendoza, super recomendable.
De nuevo en Buenos Aires, en el Park Hiatt Buenos Aires, en el "fabuloso" barrio de Recoleta. Y después de dejar todo en la habitación, fabulosa por cierto, me marcho a la experiencia más fantástica de mi vida. Una cena en casa de una pareja joven, que ha montado en ella un club privado de cenas degustación de vinos y catas, Casa Coupage...IMPRESIONANTE. Santiago, el dueño, es de los que puedes pasar horas escuchando como habla, como deja que tu juegues con los olores, sabores texturas, gustos. No impone, ayuda, enseña, sorprende.
Con ese sabor de boca, la última jornada en Argentina nos marchamos a ver las impresionantes tumbas masónicas de los próceres de la patria y algo más.
Nos da tiempo para cambiar la cultura, por el consumismo. Y aunque vamos a tiendas italianas y francesas. Llama la atención ver a niños de no más de 6 ó 7 años abriendo taxis o puertas de centros comerciales para que les dan un par de pesos.
Admito que me llegó al corazón una niña que no me pidió dinero, sino algo para comer. Le preguntamos si ella conocía ningún lugar de emparedados, ella dijo que sí quería nos llevaba a uno. Yo, por miedo, le dije que si le gustaban los sándwich de Starbucks, ella sonrió y dijo que sí. Luego añadió que si podía ser una "cajita feliz". Al principio no la entendí, hasta que comprendí que quería lo que nosotros llamamos Happy Meal. Subí a encargarlo...¿porqué no hacer feliz a una nena por 3 euros?. La acción del día, mientras nosotros, consumistas empedernidos, llevábamos bolsas de Armani....
De regreso, en el avión, el sobrecargo nos reconoció y fue un agradable vuelo de regreso después de una semana de belleza. Me dormí soñando con la imagen de la cordillera andina mirándome imponente…
miércoles, 30 de septiembre de 2009
Nos vamos de viaje
Llevo más de dos años intentando dar la vuelta al mundo, pero hay un pequeño incoveniente que por alguna extraña razón se empeña en no dejarme hacerlo.
Pero comencemos por lo principal, me voy a presentar: Mi nombre es Patricia y soy periodísta de viajes. Sí, de esas que recorren el mundo por muy poco dinero y disfrutando de las cosas buenas que le ofrecen las oficinas de turismo. Todo eso está fenomenal, si las cosas funcionan como se supone han de funcionar, pero si tienes contratiempos, como es mi caso, no siempre sale todo bien.
Tengo una maleta, que para más INRI es de color rojo, y la maldita tiene vida propia. Con este blog os comenzaré a contar la vida de esta maleta y su empeño en viajar ella sola sin mi.
Un saludo y seguiremos informando para Los 32 Rumbos.
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